Historia de las diferentes sectas del chiismo
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Historia de las diferentes sectas del chiismo
تاريخ فرق الشيعة
A Historia de las diferentes sectas del chiismo
En este artículo, daremos un vistazo a los múltiples grupos en que se ha dividido el chiismo en su historia.
Han existido muchas sectas chiíes (chiitas) en la historia, y los chiíes siempre se han fragmentado debido a la naturaleza misma de su doctrina fundamental del Imamato (liderazgo). Básicamente, el Imamato es la creencia en que al morir el Profeta Mujámmad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) terminó la Profecía, pero comenzó el Imamato.
Según esto, luego de los profetas, Dios envió a la Tierra a hombres con características similares o incluso superiores, hombres todos ellos descendientes del Profeta Mujámmad. Como ocurre con todas las dinastías, la cuestión de la sucesión ha creado numerosos problemas a lo largo de la historia. Estos problemas han sido la razón de la división del chiismo en sectas, según estas acepten a una línea de imames u otra.
Muchas de estas sectas ya han desaparecido, como la de los jurramitas (una mezcla de chiismo y zoroastrismo), pero otras continúan hasta la actualidad, siendo por lo general grupos minoritarios restringidos a un país o región.
En este artículo, queremos dar una visión breve de una clasificación general de los chiíes.
Breves detalles sobre las sectas
· Primero, tenemos a los kaisaníes:
Ellos se consideran seguidores de Kaisán, que era estudiante de Mujámmad Ibn al Janafíyah (hijo de Alí). La creencia principal de esta secta es que Alí (radial‑lahu anhu) abarcó todo el conocimiento divino, y que él conoce todas las taawil (explicaciones, exégesis), y que solo él tiene el derecho de hacer interpretaciones de los textos de la Sharia, y la obediencia a este Imam es la esencia misma de la religión (lo que a su vez invalida la necesidad de medidas legisladas).
Mujámmad Ibn al Janafíyah se desvinculó abiertamente de esta gente, pero cuando murió, ellos proclamaron que él seguía vivo y que se le daría permiso para regresar, considerándolo el cuarto y último imam, que se encuentra en estado de ocultación (oculto de manera mística en un lugar donde aguarda su momento de regresar como redentor). Para los kaisaníes, él es el Mahdí esperado.
Esta secta considera como imames solo a Alí (primer Imam), sus hijos con Fátima (Jásan y Jusain, segundo y tercer imames, respectivamente) y su hijo con al Janafíyah (Mujámmad, cuarto y último imam). Nótese la diferencia entre esta secta y otras en que solo dice que Alí (radial‑lahu anhu) poseía el conocimiento divino, pero no lo diviniza.
· Segundo, tenemos a los zaidíes:
Ellos se consideran seguidores de Zaid Ibn Alí Ibn al Jusain Ibn Alí Ibn Abi Tálib. A diferencia de los kaisaníes, no aceptan a Mujámmad Ibn al Janafíyah (hijo de Alí con al Janafíyah) como Imam, sino que aseguran que el Imamato pasó de los hijos de Alí con Fátima (Jásan y Jusain) al hijo de Jusain (Alí Zain al Abidín) y de él a su hijo Zaid, al que consideran el quinto y último Imam.
Aunque creen también en la superioridad de Alí (radial‑lahu anhu), aceptan además el principio de que una persona de menor rango es capaz de tomar el liderazgo a pesar de la presencia de alguien con un rango mayor, si esto es de algún beneficio de acuerdo a la situación y los factores que se presenten. Es por esto que esta es la única secta chií que acepta los gobiernos de Abu Bákr, Úmar y Uzmán (radial‑lahu ánhum). Cuando los chiíes de Kufa escucharon esta posición y que no renegaban de los dos Shaij (Abu Bákr y Úmar), los rechazaron, y por eso los zaidíes los denominaron “Rafídah” (que rechazan).
Zaid Ibn Alí Ibn al Jusain estudió con Wasil Ibn Ata (fundador de los mutazilíes), y aunque no estaba de acuerdo con los principios fundamentales de los mutazilíes y los jariyíes, aprendió elementos de itizal (racionalismo) así como aspectos de juruy (revuelta de los jariyíes), por esta razón, trazas de dichas influencias se encuentran en el fikh (jurisprudencia) y la manhay (metodología) zaidíes. Los zaidíes son la facción menos desviada de los chiíes; a diferencia de las demás sectas del chiismo, no le otorgan infalibilidad a los imames.
· Tercero, tenemos a los chiíes imamíes:
Aunque se han dividido en numerosas sectas, los imamíes concuerdan con los zaidíes en que el derecho del imámah (liderazgo) pasó de Alí a su hijo Jásan, a su hermano Jusain y a su hijo Ali Zain al Abidín. Sin embargo, rechazan que el Imamato hubiera pasado a Zaid Ibn Alí Ibn al Jusain, y en su lugar, consideran que el quinto imam fue su hermano, Mujámmad al Báquir, quien pasó el derecho de liderazgo a su hijo Yáfar as Sádik, cuyo abuelo, Cájsim, era nieto de Abu Bákr (el primer Califa) y fue criado por Aisha, la esposa del Profeta.
En vida de Yáfar, su discípulo Abu al Jatab comenzó a difundir la idea de que Yáfar as Sádik era Dios mismo. De allí surgió la secta de los jatabitas, que consideraba que todos los imames tenían naturaleza divina.
Yáfar as Sádik se casó con Fátima al Jásan, con quien tuvo dos hijos, Ismail y Abdul‑lah al Aftah. Tras la muerte de su esposa, tuvo varias esposas y concubinas, entre ellas una esclava que compró y posteriormente liberó para casarse con ella, llamada Jamídah Jatún, quien le dio por hijo a Musa al Kázim.
Al morir Yáfar as Sádik, se formó la secta de los tausitas, que negaron su muerte y afirmaron que él era el Mahdí esperado y que nunca moriría. Sin embargo, la mayoría de los chiíes imamíes reconocieron al hijo de Yáfar, Abdul‑lah al Aftah, como el séptimo imam, pero murió unos dos meses después sin dejar descendencia. Sus seguidores formaron la secta de los fazites. Un grupo dentro de los fazites aseguró que Abdul‑lah al Aftah había dejado un hijo, Mujámmad, a quien consideraron el Mahdí esperado. Sin embargo, la mayoría de los fazites negaron esto y se unieron luego a los seguidores de Musa al Kázim, el medio hermano de Abdul‑lah al Aftah, con lo que desapareció la secta.
Muerto Abdul‑lah al Aftah, los chiíes imamíes en su mayoría rechazaron que él hubiera sido el séptimo imam, y debido a las discusiones a propósito de la sucesión de Yáfar as Sádik, se dividieron en dos grandes ramas. Yáfar había nombrado como sucesor a su primogénito Ismail, pero este murió antes que su padre.
La primera rama de los imamíes la conforman aquellos que rechazaron la muerte de Ismail, por lo que se les conoce como ismailíes. Los ismailíes piensan que el Corán es una alegoría de un mensaje oculto que es a su vez alegoría de otro más oculto, y así sucesivamente hasta siete niveles de esoterismo, el último de los cuales contiene la verdad suprema. Están divididos en diversas sectas.
Un grupo entre los ismailíes afirmó que el séptimo imam, Ismail, no había muerto sino que había entrado en estado de ocultación, es decir, que permanece vivo pero en un lugar desconocido más allá de los límites del tiempo y el espacio, siendo el séptimo y último imam, por lo que se los conoce como septimanos. Así como los kaisaníes creen que Mujámmad Ibn al Janafíyah se ocultó y volverá como el Mahdí esperado, los septimanos creen que quien se ocultó y volverá es Ismail.
Otros, sin embargo, afirmaron que el Imamato sí tuvo continuidad, a través de Mujámmad al Maktum. Según la tradición ismaelí, los siguientes imames (Abdul-lah al Wafí, Ájmad at Taquí y Jusein az Zakí) permanecieron ocultos por miedo a la represión de la dinastía abasí, e incluso utilizaron nombres falsos (Ájmad, Mujámmad y Radí Abdul‑lah, respectivamente), por lo que es muy poco lo que se sabe de ellos. El primero en salir a la luz y afirmar públicamente que él era el siguiente Imam por derecho, fue Ubaid al Mahdí Bil‑lah. Su proclamación fue aceptada por la mayoría de los ismaelíes, pero un campesino de Kufa llamado Jamdán Cármat se opuso a Ubaid e inició una secta guerrera llamada los cármatas, que mezclaron en sus creencias elementos del zoroastrismo.
Los chiíes cármatas fundaron un estado en Bajrain (Bahrein), donde establecieron una dinastía que atacó La Meca, masacró a su población y robó la piedra negra de la Kaaba en el siglo X d. C., devolviéndola partida en dos a cambio de un fuerte rescate.
Ubaid al Mahdí Bil‑lah fue el fundador de la secta denominada los fatimíes, que constituyeron una dinastía y formaron el único estado chií que logró expandirse en la historia, hasta su caída a manos del gran defensor del Islam suní, Salaj ad Din al Aiubí (Saladino).
El sexto califa fatimí y 16° imam ismaelí, Jusein al Jákim, fue un déspota asesino. Durante su gobierno, el persa Jamza Ibn Alí, funcionario cercano al califa, fundó la secta de los drusos, que fue apoyada y combatida de modo intermitente por al Jákim. El principal predicador de los drusos, Mujámmad ad Darazí, difundió la idea de que al Jákim era Dios encarnado, asegurando que su comportamiento extraño, excéntrico y sanguinario era prueba de que no era un ser humano común y corriente sino una deidad. Él y sus seguidores generaron levantamientos y disturbios, lo que llevó a que Jamza los expulsara de la secta y declarara hereje a ad Darazí, quien finalmente fue ejecutado por al Jákim.
Jusein al Jákim desapareció un día sin que se encontrara su cuerpo. Se cree que fue asesinado por su hermana, a la que había acusado falsamente de adulterio debido a que ella se oponía a sus políticas represivas y discriminatorias. Sin embargo, los drusos creen que sigue vivo, en estado de ocultación, y que volverá en el Día del Juicio. Los drusos creen que él y todos los imames eran de naturaleza divina. Por otra parte, las demás sectas que lo aceptan como imam (nizaríes, mustalíes, etc.) creen que él, como todos los imames, era perfecto, infalible y puro.
La línea de los fatimíes continuó con Alí az Záhir y luego con al Mustansir Bil‑lah. A la muerte de este último, se dio una disputa por la sucesión entre sus dos hijos. Nizar era considerado el heredero legítimo, pero su hermano menor, Ájmad al Mustalí fue nombrado Califa por el visir. Esto dio lugar a una rebelión que, si bien fracasó, dio lugar a una nueva secta, los nizaríes, entre los cuales surgió un famoso grupo místico de guerreros religiosos llamado jashashín (asesinos). No hay certeza sobre qué ocurrió con Nizar, algunos afirman que fue encarcelado en El Cairo y asesinado en prisión, y otros que logró escapar. Algunos dicen que Nizar tuvo dos hijos, que fueron encarcelados con él, y que su nieto al Muhtadí fue el siguiente imam. Otros dicen que Nizar tuvo un tercer hijo, Alí al Hadi, que huyó a Irán donde ejerció de imam en secreto, y donde tuvo un hijo que sería Mujámmad al Muhtadí, su sucesor y primer imam nazarí iraní.
La tradición nizarí afirma que el siguiente imam fue Jásan al Káhir, y que al Muhtadí, al Hadi y al Káhir se mantuvieron ocultos al público, pero cada uno nombró un dai (visir) que gobernara en su lugar. Otros piensan que al Káhir era en realidad el hijo de Mujámmad ibn Kiya, el entonces visir en Alamut (fortaleza al norte de Irán conquistada por Jásan Sabaj, fundador de la Orden de los Jashashín, quien la convirtió en el centro de gobierno nizarí) y que por tanto el siguiente imam, Jásan ala Dikrihi as Salam, no era descendiente de Nizar. Lo cierto es que hay muy poca información acerca de la real existencia y vida de estos y otros imames posteriores de los nizaríes, y la poca que hay generalmente es sectaria y poco confiable, como pasa también con otros imames tanto de la rama ismaelí como de la rama yafarí.
El 27° imam nizarí, Rukn ad Din Jurshah, fue asesinado por los mongoles, quienes destruyeron la fortaleza de Alamut. Con el tiempo, los nizaríes fueron prácticamente exterminados, y algunos grupos sobrevivientes en India fueron llamados juyas (del persa juaya, un título honorífico). En el siglo XIX, algunos juyas se convirtieron al chiismo duodecimano y otros abrazaron el Islam suní, pero la gran mayoría fue forzada por las autoridades británicas a aceptar a Jásan Alí Shah como su líder, a quien el sha de Irán, Fath Alí Shah, le concedió el título de Aga Jan, por lo que los nizaríes actuales son conocidos también como aga janis. El Aga Jan IV (Shah Karim) es actualmente el 49º imam de los nizaríes.
Tras la derrota y muerte de Nizar, el bando contrario, los triunfantes seguidores de al Mustalí, conformaron la secta de los mustalíes. Para los mustalíes, al Mustalí fue el 19° Imam. Durante el gobierno de al Mustalí, los cristianos europeos emprendieron la Primera Cruzada, lo que debilitó al califato fatimí. Tras su muerte, al Mustalí fue sucedido por Mansur al Ámir, quien fue asesinado. Tras morir sin dejar descendencia, su primo al Jáfiz tomó el título de Califa, lo que dio origen a un nuevo cisma. Sus seguidores formaron la secta de los jafizíes, mientras que sus opositores afirmaban que al Mustalí había dejado un hijo pequeño, at Tayib Abul Cásim, quien era el heredero legítimo, y conformaron la secta de los bohras.
Los bohras creen que at Tayib entró en estado de ocultación, pero antes de eso, su padre dejó instrucciones para que se instauraran los dais (líderes terrenales), quienes tienen autoridad para gobernar en todos los aspectos. Los bohras creen que sus imames y dais son infalibles y están libres de pecado, y que son elegidos por Dios para perpetuar su religión. También creen que at Tayib es el Mahdí esperado, y que regresará en el Día del Juicio. Con el tiempo, se han presentado divisiones entre seguidores de diversos dais, lo que ha dado origen a varias subsectas (daudí bohra, yafarí bohra, sulaimaní bohra, alaví bohra y otras).
Los bohras continúan existiendo en la actualidad, mientras que los jafizíes tuvieron 4 imames (al Jáfiz, az Záfir, al Faiz y al Ádid) que pertenecían a la dinastía fatimí. Al Ádid fue remplazado en el poder por Salaj ad Din al Aiubí, con lo que la secta de los jafizíes y la dinastía fatimí desaparecieron.
La segunda rama de los imamíes la conforman aquellos que le otorgan el derecho de liderazgo a Musa al Kázim, el segundo hijo de Yáfar as Sádik, quienes consideran que Ismael nunca fue imam por haber muerto antes que su padre. Al Kázim fue encarcelado y murió en prisión, pero sus representantes negaron su muerte para poder seguir recaudando los impuestos y quedarse con el dinero. Fue así como se formó la secta de los wakifitas, que afirmaban que al Kázim no había muerto sino que se había ocultado y era el Mahdí esperado y último imam. Por su parte, Mujámmad ad Dibay, hermano menor de al Kázim, se autoproclamó el Mahdí esperado e inició la secta de los sumaitíes. Sin embargo, su revuelta no tuvo éxito y la secta desapareció.
El sucesor de al Kázim fue su hijo Alí ar Rida, quien murió dejando a su hijo Mujámmad al Yawad de apenas 7 años. Esto ocasionó disputas en torno a la sucesión, y debido a esto, los seguidores de ar Rida se dividieron en múltiples facciones: Unos se hicieron wakifitas, otros se hicieron zaidíes, otros abrazaron el Islam suní, y otros reconocieron como imam a Ájmad ibn Musa, hermano de ar Rida, conocido como el Sha de Yarag. Actualmente existen dos lugares en Irán que compiten por ser reconocidos como la tumba verdadera de Ájmad, ambos “descubiertos” 6 siglos después de su muerte.
La esposa de al Yawad no le dio hijos, por lo que fue sucedido por un hijo que tuvo con una concubina, Alí al Hadi, quien fue considerado Dios mismo por algunos de sus seguidores.
El siguiente imam fue Jásan al Áskari, quien tuvo que enfrentarse a su hermano menor por el derecho de sucesión, y murió sin dejar descendencia. Esto representó un grave problema para la creencia de los chiíes, pues según ellos, el mundo dejaría de existir si no hubiera siempre un Imam enviado por Dios que guíe a la gente. Por esta razón, surgieron diversas sectas que afirmaban cosas como que al Áskari murió pero resucitó, o que al Áskari no había muerto sino que se había ocultado y era el Mahdí esperado.
Uno de esos grupos difundió el rumor de que al Áskari, a pesar de haber permanecido recluido y haber muerto a los 28 años, había tenido un hijo, pero lo había mantenido oculto por temor a que fuera asesinado. Los notables de la época no sabían de la existencia del niño, y según la tradición chií, solo se le vio una vez en público, en el entierro de al Áskari, cuando tenía 5 años de edad. Un discípulo de Jásan al Áskari llamado Mujámmad ibn Nusair an Numairí, afirmó que el niño lo había nombrado como su representante, y así dio inicio a la secta de los nusairitas o alauitas, que gobierna hoy en Siria a pesar de ser minoritaria.
Los nusairitas son un grupo radical que apareció en el siglo III de la Hégira. Creen que Dios es una Trinidad conformada por tres emanaciones divinas que se han manifestado en diferentes seres humanos a lo largo de los tiempos. Las últimas encarnaciones de estas emanaciones fueron Alí (la Esencia), Mujámmad (el Nombre) y Salman el Persa (la Puerta). También creen en la transmigración de las almas (tanasuj al arwah), por lo que piensan que serán reencarnados en cristianos si pecan, o en animales si mueren incrédulos. Toda su creencia es un sincretismo entre idolatría, paganismo, hechicería, judaísmo y cristianismo. Ocultan sus creencias a quienes están fuera de sus círculos, e históricamente han matado a quienes se atrevieron a dejar escapar sus secretos.
Quienes rechazaron las afirmaciones de Ibn Nusair, aseguraron que el hijo de Jásan al Áskari es el Mahdí, y que se ocultó místicamente en una caverna desde donde controla el universo. Lo llamaron Mujámmad al Mahdí y lo consideran el duodécimo y último imam, por lo que se les conoce como duodecimanos. También se les llama yafaritas debido a que consideran que Yáfar as Sádik fue el fundador de su madhab (escuela de jurisprudencia). Ellos creen que sus doce imames eran superiores a todos los profetas excepto Mujámmad, y que además todos ellos eran puros e infalibles en todo, por lo que no se ponen en duda sus dichos y actos. De este modo, los duodecimanos tienen recopilaciones de hadices de los doce imames, que son base para su jurisprudencia, pues consideran a los imames como fuente de legislación y conocimiento igual que el Corán. Sus principales autoridades están en Kum, Irán, donde se encuentra el Gran Ayatolah y la cúpula del clero. Realizan una peregrinación a la tumba de Jusein en Kerbala y aseguran que, al morir el Profeta Mujámmad, la gran mayoría de sus compañeros apostataron. Consideran que Ábu Báker, Umar y Uzmán usurparon el derecho de Alí de ser el primer Califa (gobernante) de los musulmanes, y los insultan al igual que a Aisha (la esposa favorita del Profeta) y a Ábu Huráirah (el mayor narrador de hadices del Profeta), a quienes consideran hipócritas e incrédulos.
Los duodecimanos aseguran que el imam Mahdí está oculto con más de dos tercios del Corán, que serán revelados cuando regrese para salvar a los creyentes en el Día del Juicio. La tradición chiita dice que, inicialmente, el imam Mahdí se mantuvo recluido y solo se comunicaba con la comunidad a través de sus representantes, que fueron cuatro en sucesión en el lapso de siete décadas y tenían el derecho a liderar la comunidad. Luego entró en estado de ocultación mística.
Practican el matrimonio temporal (mutá) que es considerado por los musulmanes como una forma de prostitución, y tienen en sus casas y sus mezquitas imágenes de sus doce imames, una práctica prohibida en el Islam. Históricamente, han hecho diversas alianzas en contra de los musulmanes.
Los duodecimanos son la secta Chií más numerosa e importante en la actualidad y se encuentran principalmente en Irán, con algunas poblaciones minoritarias en Irak, Arabia Saudita, Pakistán, Líbano y otros países. Los nusairitas son considerados una rama de los duodecimanos, y en la actual guerra civil en Siria, el grupo terrorista chií duodecimano Hezbolá, de origen libanés y apoyado por Irán, ha participado activamente para apoyar al gobierno del presidente chií nusairita al Ásad.
Otro grupo que es considerado una rama de los duodecimanos es el de los alevís, que son un grupo sufí dentro del chiismo, en el que se venera al místico sufí Bektash Veli, fundador de la secta. Están divididos en varios grupos que rinden culto a distintos santos sufíes y tienen creencias similares a las de cristianos gnósticos y otros grupos místicos. Consideran que cada uno de los doce imames representa un aspecto del universo y es un reflejo del primer imam, Alí Ibn Ábu Tálib.
Los yafaritas son el grupo que hoy día se asocia con el nombre chiismo, y se le conoce con diversos nombres, como chía (los del partido de Alí), rafídah (los que rechazan a los dos Shaijs, Ábu Baker y Umar), duodecimanos (los que creen en los doce imames) o imamíes (aquellos que creen que el Imamato es un pilar del Islam), y todas esas etiquetas caracterizan un elemento particular de su creencia.
Según estadísticas de 2009, todos los grupos y sectas que se autodenominan “islámicos”, junto con los seguidores del Islam tradicional (sunita), suman 1.570 millones de personas, de las cuales, unos 200 millones son chiíes, en su mayoría duodecimanos, mientras que unos 1.300 millones son musulmanes sunís.